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¡Oh, buen Maestro, despierta!

1

¡Oh, buen Maestro, despierta! ¡Ve, ruge la tempestad!
¡La gran extensión de los cielos se llena de oscuridad!
¿No ves que aquí perecemos? ¿Puedes dormir así
cuando el mar agitado nos abre profundo sepulcro aquí?

Coro:


Los vientos, las ondas oirán tu voz: "Haya paz".
Calmas la iras del negro mar;
las luchas del alma las haces cesar,
y así la barquilla do va el Señor
hundirse no puede en el mar traidor,
Doquier se cumpla tu voluntad: "Haya paz, haya paz".
Tu voz resuena en la inmensidad: "Paz, haya paz".

2

Despavorido, oh Maestro, te busco con ansiedad.
Mi alma angustiada se abate; arrecia la tempestad.
Pasa el pecado a torrentes sobre mi frágil ser,
y perezco, perezco, Maestro, ¡oh, quiéreme socorrer!

3

Vino la calma, Maestro. Los vientos no rugen ya.
Y sobre el cristal de las aguas el sol resplandecerá.
Cristo, prolonga esta calma; no me abandones más;
cruzaré los abismos contigo al puerto de eterna paz.

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